11 abril 2012

Como moscas contra los vidrios


He estado equivocado durante mucho tiempo. Demasiado.
Inevitablemente, soy heredero de la dialéctica hegeliana que entiende el mundo como confrontación de fuerzas opuestas. Pero no del tipo de las que propugna el mecanicismo marxista.  Si lo pensáis un poco, es de un simplismo casi infantil pensar que nuestro mundo puede ser explicado únicamente por la fricción de fuerzas productivas en busca de la hegemonía. No es que no exista ese conflicto, es que en su reduccionismo elimina cualquier otra posibilidad para explicar ese mundo complejo y extraño en el que nos ha tocado vivir. El problema del marxismo es el problema de casi toda la filosofía, la necesidad de encontrar el punto cardinal sobre el que se asiente el mundo. Algo que desde los presocráticos para acá todo pensamiento globalizador ha procurado. A veces pienso que buscando la llave nos hemos olvidado de como es la puerta.
Cualquiera de nosotros tiene una filosofía ad hoc, aunque a veces ni siquiera seamos conscientes de ella. Mi pequeña filosofía me cuchicheaba que el eterno conflicto era entre el hombre y el todo. El hombre que lucha por defender y aumentar su individualidad frente a un todo aplanador que quiere reducirlo a un simple elemento anónimo dentro de su construcción aparentemente arbitraria.
En esa lucha "heroica", el hombre habría ganado sucesivas batallas en pos de su individualización. Quizás la conquista de la propiedad privada fue una de las primeras, mal que les pese a algunos. También cuando aquel artesano anónimo puso firma a su obra y se declaró artista. La revolución francesa y la americana con su proclamación de los derechos del hombre y el posterior liberalismo del siglo XIX es otro ejemplo que me viene a la memoria.
Según mi interpretación, el hombre se ha ido desprendiendo de su carcasa tribal para hacerse más suyo. Incluso se podría pensar que esta subjetivización personalista que vivimos es la causante de la muerte de Dios. ¿Para que íbamos a necesitar a Dios si ya nos tenemos a nosotros mismos? El hombre separado de la grey no necesita una instancia superior que le marque la ruta. Y sin embargo...
Sin embargo todo lo que acabo de escribir es falso. La confrontación es lo que ha matado al hombre. La que la ha convertido en un ser neurótico y obsesivo en lucha constante consigo mismo. La que le he transformado en un genocida sanguinario que destruye todo lo que toca. En un ser que habiendo renunciado a convivir con su entorno, prefiere conquistarlo y someterlo. Ejerciendo el derecho de conquista, el hombre se siente feliz y poderoso. Más hombre. Pero para ello necesita a otros como él. Requiere reunirse con  los que considera sus iguales para luchar contra los diferentes. Necesita sentirse reconfortado compartiendo patrias y religiones, equipos y banderas, historia e ideales. Pero sobre todo, necesita enemigos
Sí, estaba muy equivocado en mi pobre filosofía, el hombre se va deshumanizando a medida que fortalece su individualidad. La individualidad rompe con el equilibrio natural entre todas las cosas porque tiene que forjarse a costa de lo que le rodea. Nutrirse de lo cercano para fortalecerse. Alimentar el ego que nunca está satisfecho y siempre quiere más y más. 

Al final nos hemos convertido en un conjunto de ciegos egos erráticos en constante conflicto. Como esas moscas que chocan y chocan contra los vidrios incapaces de enderezar el rumbo. Ese es nuestra auténtica dialéctica hegeliana. Nuestra verdadera confrontación.

15 comments:

  1. ¡¡¡Cómo me gustas cuando te levantas así, optimista, como hoy¡¡¡ :P
    No estoy de acuerdo con tu "nuevo" pensamiento, Krapps. Me acerco más al primero. Yo creo que un individualismo moderado, unas reivindicaciones justas del "yo" individual, son necesarios, imprescindibles para la evolución original, para la proyección, para el desarrollo. Y creo tb que a pesar de que hay quizás, y en eso te doy la razón, una tendencia obsesiva al individualismo pasando por encima de quien haga falta, estamos sometidos y obligados a vivir en sociedad, con unas normas legales y morales que nos ponen límites y topes, que puede que en muchas ocasiones nos repugnen, pero que son necesarios para no destruirnos completamente.

    Un beso y buen día, Krapps.

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  2. Coincido en tu visión del mundo convertido en un conjunto de egos en constante conflicto. Enemigos externos, 'enemigos internos' y de toda ralea nos sumen en una agotadora lucha inútil. Nuestra diferencia individual se diluye igualmente en la batalla por escapar del rebaño. Es todo lo que hacemos perfectamente inútil.

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  3. El ser humano en eterno conflicto. En conflicto consigo mismo y la sociedad que le rodea. Supone un gran conflicto defender la individualidad en una sociedad que marca perfectamente el camino a seguir por el individuo. Vivimos en una sociedad cada vez más competitiva donde los logros de un individuo son a costa de las pérdidas de otros. A la sociedad no le importa el desarrollo de la potencialidad del individuo y eso crea un estado de malestar donde la lucha se establece con uno mismo y los demás. La incapacidad de resolver los conflictos hace que el ser humano se sienta desvalido y alienado. No estar a la altura de las expectativas que se demandan es verdaderamente frustrante.

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  4. Leo esta reflexión sobre la esencia humana un día miércoles a las 8 y 30 de la mañana de una Buenos Aires gris donde el mecanicismo cotidiano se ha puesto en marcha y me resulta arduo.

    Yo no sé si tengo tan clara mi filosofía ni la de los pensadores que han intentado explicar nuestra naturaleza, pero te diré que me identifico bastante con la neurosis y las obsesiones, mal que me pese, la desconexión con la naturaleza que se impone y que lucho por establecer de algún modo en la urbe que me fagocita, con el ego que pide más. Me resulta más difícil digerir que destruyo todo lo que toco, asumirme como una sanguinaria y alimentarme de las pasiones colectivas para fortalecer mi identidad individual: he ahí mi mayor lucha.

    Será la mía una filosofía ad hoc, o será nada...

    De todos modos, la metáfora de las moscas contra los vidrios me resulta llena de sentido aunque no me guste nada la idea subyacente.

    Un saludo y gracias por hacerme pensar al arrancar el miércoles.

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  5. Sin embargo, todo ese juego desquiciado de egos en conflicto no oculta que vivimos una sociedad en esencia sumisa, que toda esa individualidad no es una marca de rebeldía ante el poder, que somos dóciles ante lo dado, insolidarios, conformistas con un estado del mundo ante el que no sabemos sino lamentarnos y golpearnos el pecho. Nuestros egos desbocados nos han llevado a otro tipo de sumisión que cabría discernir si es mayor o menor que la que se sufría en otras épocas más colectivistas en que los hombres alentaron la idea de rebelión. Ahora la lógica del poder nos insta a ser individualistas, a buscar solamente nuestro beneficio, nuestros intereses. Así nos mostramos inermes y solo evidenciamos nuestro sometimiento y vendemos por un plato de lentejas (y sin necesidad de lentejas) nuestra privacidad, nuestra intimidad y nos creemos en la cúspide de toda buena fortuna como se creyó Lázaro de Tormes. Al final a todas esa moscas ciegas de individualidad que chocan entre ellas en permanente conflicto algo les pondrá una tira cazamoscas y todas perecerán entre estertores, pegados sus abdómenes y sus alitas todavía soñando con su libertad, que creyeron suya, y su maravillosa individualidad que pensaron original.

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  6. Se puede dar el caso de un individualista que piense que una sociedad no es perfecta, mientras los individuos que la componen no se adhieran a ella por plena convicción.
    Eso es muy diferente al componente de la sociedad que busca el anonimato refugiado en un partido, unas siglas o un colectivo, básicamente, porque no es capaz de defender de manera coherente sus ideas, la vida es cuestión de valentía...

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  7. O sea, un pugilato entre Nietzsche (o el lobo solitario de Hesse)y el animal social de Aristóteles. Lo triste es que yo al menos tengo la impresión de que ni siquiera en esa dicotomía hemos sido libres para decidir: somos seres manejados por las circusntancias que otros crean. Otros que están por encima.
    La situación actual es un buen ejemplo: las masas, hasta hace dos o tres años, creían ser mucho más libres que ahora porque el alegre endeudamiento general -patrocinado gustosamente por la banca, que a su vez era alentada por "los mercados"- les permitía tener acceso a unos bienes a los que en circunstancias normales no podrían llegar. Y ahora resulta que hay una brisa general de "humildad" que ha calado en la gente: vivíamos por encima de nuestra posibilidades.
    Vaya. Y estas dos ideas tan contradictorias (la de antes y la de ahora)... ¿se nos ocurren a nosotros solos o nos han sido inducidas?
    Francamente, a día de hoy no sé hasta que punto llega nuestro control sobre nosotros mismos. Ese individualismo tiene mucho de resentimiento, en todo caso. No de superación, o al menos a mí no me lo parece.

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  8. El ser humano y el conflicto entre su individualidad y la sociedad de la que forma parte es una constante.
    Un amigo esta mañana me comentaba que conocía a una aries que le encantaba dar consejos a los que tiene al lado y que esperaba que se los aceptaran; creo que este es el papel de la sociedad, indicarnos el camino y pobre de ti que no lo sigas; nada de senderos agrestes, carretera principal y manta.
    Y para ser tú mismo y seguir tu camino hace falta una buena y sólida mochila y habituallamiento.

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  9. Querida NOVICIA, la sociedad está conformada por seres humanos que viven o intentan vivir de acuerdo a un cierto nivel de individualismo, como dices, pero el problema trasciende a la propia sociedad que solo es un elemento más dentro de un organismo complejo que podemos llamar cosmos, Gea etc... La cuestión no estriba en la eliminación de la propia individualidad, muy al contrario, debe afirmarse pero no en oposición al mundo en el que vivimos sino aceptándolo tal como es.

    Quizás no sea una lucha inevitable, quizás haya alguna posibilidad de transformar el conflicto en concordancia. No lo sé, ESPECTRO, estamos en una dinámica difícilmente evitable.

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  10. El problema está en el conflicto en si mismo, ANGIE, y en pensar que resistirse a lo que hay es la mejor manera de reafirmarnos. Queremos resistirnos, queremos que el mundo sea como anhelamos y fracasamos en el empeño. ¿Por qué no probar a aceptar las cosas como son? Eso no es resignación, ni supone la perdida de nuestra personalidad individual. La sociedad solo cambiará de verdad cuando cambien los individuos que la conforman.

    Es cierto que los entornos urbanos no son los más propicios para bucear hacia adentro, FER. Todos estamos sumidos en esa neurosis que nos atrapa pero quiero pensar que ser conscientes de ella reduce su capacidad de hacernos daño. Tampoco la cuestión está en mortificarnos por lo malos que somos, eso no sirve de nada hasta que no tomemos una actitud decidida de cambiar las cosas empezando por nosotros mismos. Saludos y gracias a ti.

    Muy cierto lo que dices, JOSELÚ, esta sobredosis de ego nos vuelve más sumisos y obedientes ya que perdemos la perspectiva de las cosas para centrarnos en lo que nos es propio. Además esto último lo hacemos de una forma enfermiza. Con miedo. A la defensiva. Nos falta la presencia de ánimo para estar en paz con nosotros mismos y si no tenemos guerras con los demás, luchamos con nuestra propia naturaleza.

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  11. Hay otras formas de individualismo que trascienden a la propia persona y se da en muchas organizaciones que funcionan con las mismas actitudes que los seres individuales. Muchas personas necesitan "completarse" en estos grupos donde pueden cubrir sus propias vacíos. Por supuesto, TEMUJIN, que la adhesión a cualquier grupo social debe ser realizado sin vender el alma al grupo.

    Estoy totalmente de acuerdo, RICK, pensábamos que ganábamos individualidad y al final esa individualidad ha demostrado y mucho antes de la crisis que está basado en valores falsos que nos hacen más vulnerables y condicionados por los que sacan partido de nuestra debilidad. Ojalá esa humildad de la que hablas nos sirva para reformularnos las cosas construir nuestra propia realidad con ladrillos más sólidos aunque lo dudo.

    Siendo una constante no lo veo inevitable, JOSELA por mucho que nos hayan educado en la lucha y el conflicto. Además la sociedad está viciada por los mismos valores que cada uno de los individuos que la componen. El fracaso de todas las revoluciones sociales proceden de olvidar esa máxima. El cambio solo puede proceder desde abajo, desde el individuo mismo y a veces no queda más remedio que coger la mochila y tirar para adelante por la vía contraria.

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  12. Realmente, no sé que decir a todo esto, Dr. Por mucho que lo intente, el hombre jamás podrá escapar a su naturaleza.

    Como decía Lope: De mis soledades voy, a mis soledades vengo... O incluso Segismundo llevara también algo de razón, o mucha

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  13. Bienvenido DESASTRE, se te echaba de menos por los blogs.
    El hombre ha intentado escapar a su naturaleza y de la naturaleza pensando que lejos de ella encontraría la razón de su humanidad y un poder desconocido. Creo que se equivocó, nos seguimos equivocando y estamos pagando las consecuencias.

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  14. La individualidad es también ese dios, que algunos necesitan para transcender de su condición de mortales. Vive en todos nosotros, camuflado de diversas formas... y es al fin, más cruel que sabio porque siempre hay un momento en que nos estrella contra el cristal... una y otra vez...

    Realista y fino análisis de las luces y sombras de nuestra humana conditio, amigo Krapp.

    P.D.: Y yo creyendo que eras de Ciencias... ;-)

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  15. Es más cruel que sabio, así lo creo yo pero no aprendemos la lección porque creemos que el individualismo es la única forma de de defender nuestra identidad. Grave error.
    Gracias por tus animosas palabras

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