26 diciembre 2012

Juego de Patrias S.A.

(Recordad que para ver los subtítulos en Youtube, hay que activar el icono rectangular blanco  -con dos líneas dibujadas- que está en la parte derecha de la pantalla)

18 diciembre 2012

El kamikaze del picotazo (Kaskarilleira Existencial 21)

Me llamo Fiz Arou y soy detective privado en Kaskarilleira. He sido contratado por el Consejo Superior Enano para encontrar al Gran Manipulador que está jodiendo al mundo. No he tenido suerte, hasta ahora solo me he encontrado con burdos aprendices y malos imitadores. Debo seguir buscando. Escarbaré hasta el último centímetro de tierra, si es preciso, para atrapar y neutralizar a ese bastardo. La razón está de mi lado y mi presa no se me escapará.
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Debería sentirme encantado con aquella metamorfosis que me había hecho pasar de implacable detective privado a rechoncha mosca cojonera. Pero no estaba a gusto. Aunque fuera consciente de que se trataba de una personalidad alquilada y que acercarse a aquel pez tan gordo exigía esfuerzos especiales, no le acababa de pillar el truco a mi nuevo look como vulgar Pseudolynchia canariensis.
Al menos el elixir enanil, con su toque a licorcafé,  me había dejado un regusto dulce en la  boca a la par que cierta intoxicación etílica. Lejos de mí la tentación de justificarme, pero el caso es que si  mis primeras experiencias como insecto volatinero fueron tan nefastas y torpes no sería injusto atribuirlas al traicionero brebaje que me dieron los enanos para acceder sin peligro al protegido palacio donde vivia y gobernaba mi próxima diana.
Innumerables golpes, aterrizajes fallidos y estrellamientos varios me conviertieron en un autentico killer, un  kamikaze del picotazo dispuesto a cualquier cosa por pura mala leche.
Tras un largo y tortuoso viaje en extravagantes medios de transporte, me sacaron de la caja en medio de una fría noche invernal. Había memorizado cada centímetro del palacio  por lo cual raudo y veloz me lancé volando hacia mi objetivo. 
Después de atravesar los inmensos jardines, entré por una rendija de ventilación, pasé zumbando del sótano a la segunda planta y me fui directo al dormitorio de mi víctima. La puerta estaba entreabierta y el condenado roncaba a pierna suelta. Estaba solo pero no  me extrañó. Sabía que las leyendas sobre la ambigüedad sexual del personaje tenían mucho de realidad. Su boda había sido un puro paripé para evitar murmuraciones.
Conté hasta tres y empecé el concierto de zumbidos mientras daba círculos alrededor de su boca babeante.  A los quince segundos lanzó el primer manotazo. Treinta segundos más tarde el segundo. El tercero llego tres minutos y medio después. Luego se irguió y lanzo su primer exabrupto:
  • Mierda de mosquitos y en pleno invierno.
  • Cabrón, más que cabrón.
  • Coño, ¿quién ha hablado?
  • Yo he hablado. Soy el esmirriado espíritu de las Navidades del 2012 y vengo a putearte un rato.
Encendió la luz de la mesilla y miró a todas partes.
  • Estoy aquí, memo. Sentado en el borde superior de la lámpara.
El muy capullo se atusó la barba y miró de reojo hacia mi lado. Al verme, pego un salto monumental en la cama. Era comprensible que se llevase un buen susto. No es habitual  ver a un tipo minúsculo con gabardina y alas de mosca, fumándose tranquilamente un puro sentado tranquilamente a pocos centímetros de tu rostro.
  • ¿Pero y ésto?
  • Ya te lo he dicho soy el espiritu de estas Navidades de mierda que tus medidas nos han dejado. Sé que no eres el Gran Manipulador que busco, quizás solo un pobre títere pero tenía ganas de cantarte las cuarenta. Ah y si te preguntas porque  he llegado con algunos días de adelanto, es por si al mundo le da por seguir a los mayas y decide irse a tomar por el saco el jodido día 21. No voy a perder la oportunidad de pitorrearme un rato a tu costa solo por problemas de calendario.
Al terminar la frase le eché una bocanada de humo en la cara, aunque dado su tamaño ni siquiera se dio cuenta.  
  • Estas pesadas cenas de Estado siempre me acaban produciendo pesadillas.
  • Sí, soy una pesadilla pero tú has sido una pesadilla para todos nosotros.  Gracias a tu política ahora todos somos más infelices y pobres. Algunos incluso hasta se han quedado por el camino. No es justo.
  • Lo que no es justo que me sienten tan mal estas comidas ¿pero como evitarlas? Luego está ese maldito traje de etiqueta que también me sienta fatal.
  • ¿Me estás escuchando? Los ciudadanos somos los que nos sentimos fatal con vuestras tropelías y atropellos.
  • Sí, es un atropello que después de manejar el país durante todo el día, uno no pueda tener la noche para descansar. En su lugar debo asistir a estas cenas copiosas que atentan al más elemental sentido común.
  • Tú y tu maldito sentido común. El que nos va a llevar al suicidio colectivo si entre todos no ponemos remedio. ¡Escúchame, manipulador de tercera!
  • Y además no hay solución posible ¿quién ocupando un  puesto de tanta responsabilidad puede librarse de estas engorrosas molestias gastronómicas?
  • Yo te voy a dar una engorrosa molestia. Ahora mismo. Puede que no escuches, pero vas a sentir. Vas a sentirlo bien. De este picotazo no te va a librar ni la  puta troika comunitaria.
  • Aaaaaayyyyyyyyyyyyyyy
  • Jódete. Éste es único regalo de Navidad que te mereces. Pero seamos corteses. Es época de buenos sentimientos. Tanto mi amigo y valedor el Doctor Krapp como yo mismo, Fiz Arou, os deseamos a ti y a nuestros amables lectores unas Muy Felices Fiestas.

11 diciembre 2012

Juegos de luz en los retratos antiguos


(Rehabilitando una vieja entrada del 2005)
Localice una foto de unos ochenta o cien años atrás en la que aparezcan retratadas varias generaciones de un mismo grupo familiar. 
Puede quitarle el marco si le es más cómodo. Si lo deje tal cual está, limpie el cristal con un paño humedecido. Es muy importante que efectúe estas operaciones sin mirar directamente a la foto. Evítelo, pero no se trastorne si lo hace.
¿Ya ha acabado? Perfecto, ahora ya puede mirar el retrato sin molestas interferencias. 

¿Qué le llama la atención? Quizás ese claroscuro tan contrastado. Puede que le asombre el curioso envaramiento de los cuerpos. También son llamativas esas caras blancas, casi sin relieve, donde los ojos adquieren una tonalidad inquietante y desmesurada.
¿Y que me dice de esa curiosa fosforescencia? 
¿No se había fijado? 
Mire atentamente. 
Hay una extraña luz que viene del fondo e invade el primer plano. 
No sea esquemático. No se conforme con las respuestas previsibles. 
Si quiere, puede hacer lo siguiente: apague todas las luces y deje encendida únicamente una vela que situará justo delante de la foto. 
Vuelva a mirar el retrato. ¿Qué le parece ahora? 
Seguro que nota algo inquietante, pero no debería asustarse.
Es fácil perder la seguridad ¿verdad? Y eso que vivimos en un mundo cargado de supuestas evidencias. Pero estas evidencias no tienen porque ser verdaderas. Lo importante, para que la cosa funcione, es que sean respuestas coherentes y lógicas. Y sobre todo, nos deben ofrecer tranquilidad para que nuestra realidad no salte hecha pedazos.

27 noviembre 2012

Alma de canalla

Sin duda todavía te sientes un tipo importante, un escritor de genio como te proclamaban los entendidos hace más de veinte años. Viejas historias consoladoras para alguien que hoy a duras penas se mantiene en pie. Sentí lástima al verte en aquel bar: tambaleante, esquelético, naufrago en un mar de arrugas. Cuando intentabas hablar balbuceabas frases inconexas que intentabas revestir de cierta gestualidad espléndida y generosa para que la gente viera tu exigua llama y no la decrépita mecha que la había encendido. 
Estás muy mal. La vieja zorra que ha agujereado tus venas vendrá pronto a pasarte la factura.
Pensaba que el malditismo estaba en horas bajas después de la masacre de los 80. Aquella si que fue una bonita época para rellenar las necrópolis de la gloria con una nueva hornada de cadáveres jóvenes y bien dispuestos. Si te hubieras muerto entonces, ahora serías un referente cultural para toda esa bandada de buitres académicos que rebuscan tesoros inéditos bajo los sepulcros. Te sobran años de meritaje y aunque aún te pretendas marginal solo eres un señor de mediana edad pasado de experiencias y heroína.   
La mirada quizás. Quizás la mirada altiva sea lo único que queda de aquel adolescente despiadado y cruel que despanzurraba gorditos, aplastaba gafas de pasta y humillaba a tímidos adolescentes. Aquellos si que fueron tus tiempos de plenitud. Aupado por tus compinches rezumabas optimismo y alegría mientras el resto intentábamos escurrir el bulto para no convertirnos en futuras dianas de tus impulsos sádicos. 
No, en la solapa de tus libros no aparecen esta clase de datos biográficos. 
"Un escritor maldito. Un verdadero autor de literatura canalla", decían los críticos para describirte. Y no se equivocaban, su elogio era tu más fiel retrato. Nada más propio que un alma canalla para escribir literatura canalla. De esa que le gustan a ellos, los que saben todo.
Es obvio que te queda poco tiempo. Ahora el destino se va a divertir jugando contigo. Tal como tú jugabas con aquellos niños que martirizabas sin piedad.
Aguantarás a pie firme, es lo que se espera. Eres un tipo aguerrido y orgulloso. No te encogerás como aquellos lloricas que aunque machacabas a golpes no espabilaban nunca. Tú en cambio siempre estuviste bien despierto y sabes que de esta última canallada no te librará nadie.

19 noviembre 2012

Estercolero de sueños (A 10 años del Prestige)

Se hace difícil conmemorar una tragedia. Hoy, 19 de noviembre, se cumplen 10 años de la catastrofe del Prestige y a falta de otras armas de los que echar mano, en determinados temas me gustaría tenerlas, he decido usar mis dos blogs de forma combinada para recordar lo que vivimos en aquellos terribles días. 
 
 En Sinfonía Azul he puesto temas musicales que nacieron inspirados por aquel naufragio. Puede que haya alrededor de cuarenta temas relacionados con el Prestige, y  de los que conozco he elegido tres para colocarlos en la entrada titulada Sinfonía en negro alquitrán.
Y sin embargo el tema que más me gusta estará aquí, en el Círculo de los Suicidas Perezosos, donde quiero dejar un mínimo testimonio sobre Man, el artista eremita de Camelle a través dos documentos aficionados que a falta de un trabajo más profesional, del que muchas veces se ha hablado, pueden reflejar bien la huella que dejó Manfred Gnädinger na Costa da Morte.
(Comienza a partir del minuto 7)

Noviembre abría sus brazos
y tú desnudo como cada mañana,

buscabas entre las rocas

el rastro de tu paraíso.


¿Dónde están los pájaros de alas blancas,

¿Dónde el salvaje rumor,

¿Dónde la memoria marina

de espuma y alisios del norte.


Y mudo, contemplando la tragedia

recuerdas cuando decides huir

de aquella Alemania brumosa

donde nada tenía sentido.


Pero Manfred, ¿qué le han hecho al mar?

que el agua se ha teñido de muerte,

que llegan a la playa olas de vergüenza

que lo embrutecen todo.

Pero Manfred que le han hecho al mar?

Que te han arrancado el corazón

Con lanzas de miseria

la atlántica belleza, que lo inundaba todo.


Noviembre abría sus brazos

y tú desnudo como cada mañana,

buscabas entre las rocas

el rastro de tu paraíso.


Pero quien ha sido capaz de robarte

un sueño de mar infinito,

la vida bañándose en la playa

y el grito abisal de los delfines.


Y dicen las brujas marinas

que te ven vagar por los arrecifes,

Una sombra entre tinieblas, vestido de desnudez

y mar de tristeza en tus ojos.

Esta es la traducción del hermoso tema que el cantaautor catalán Joan Isaac le dedicó a Man. En el video musical le acompaña Ana Belén.  
Ni se os ocurra ir a Camelle para ver el Museo de Man. No merece la pena. Hoy todo aquello es una ruina vergonzante. A pesar del legado económico que dejó el artista y de la pretendida institucionalización por parte de las autoridades políticas de turno, nadie ha hecho nada para mantener su obra a salvo. Nadie. Aquello se derrumba con cada temporal y el vandalismo también ha hecho de las suyas. Pronto será un estercolero más. Un estercolero de sueños quizás, pero no muy diferente a cualquier otro. No imagináis como lo lamento.

12 noviembre 2012

Un difunto útil

  • ¿Qué hace usted aquí, Gil?  
  • Trabajando, señor director, como todos los días. ¿No querrá que me quede en casa en un día laborable? Sabe que soy una persona muy cumplidora y más en estos tiempos tan  duros incluso para los que todavía tenemos una ocupación remunerada.
  • Pero Gil, usted ya no tiene trabajo. 
  • ¿Me manda al paro? ¿También me va echar a mí después de regalarle a esta empresa 30 años de mi vida? 
  • No es eso, el problema es que...a ver como se lo digo. Usted no necesita trabajar porqué...
  • ¿Me ha tocado la lotería? Por favor, señor director, no me mienta con algo tan infantil. Eso no se le hace a un empleado "veterano y competente" tal como usted me suele llamar. Entiendo que después de tantos años me corresponda una buena indemnización por despido pero no es ningún premio volver a casa aún en esas condiciones. ¿Qué voy a hacer yo allí? No sé hacer otra cosa que no sea currar.
  •  E...es que tampoco puede ir a su casa.
  • Pues acláreme que va a ser de mi vida, al parecer lo sabe mejor que yo. 
  • Mi buen Gil, me veo en la penosa tarea de informarle de que el viernes pasado fue encontrado muerto en este despacho por la señora de la limpieza. Hacía dos horas que había acabado la jornada pero al parecer usted tenía algún asunto pendiente que resolver. Se levantó su cadáver y se le llevó al tanatorio. Esta mañana se celebró el entierro en su nicho familiar. Justamente acabamos de venir de esa ceremonia y me he acercado hasta aquí porque vi luz debajo de la puerta.
  • Vaya contrariedad. ¿Y que voy hacer ahora? No se me ha perdido nada en el cementerio. Me falta experiencia como difunto. Como le he comentado, solo se me da bien ésto.
  • Tengo una idea que quizás le podría ayudar. Usted podría seguir trabajando aquí y tanto yo como mi consejo de dirección nos encargaríamos de tapar su secreto. Es cierto que tendríamos que trasladar su oficina al sótano para no ser visto por sus excompañeros, pero no habría problema, solo lo sabría el staff directivo y alguna persona de absoluta confianza. Ahora tendrá todo el tiempo del mundo para contribuir al bienestar de la empresa sin tener que someterse a las habituales limitaciones a los que estamos sometidos los seres con cuerpo.
  • ¿Y que tipo de gratificación recibiría yo por seguir empleado  aquí dentro?
  • Querido Gil, usted ya no necesita vulgares gratificaciones físicas. ¿Para que necesita el dinero si está muerto? Ya no necesita comer, ni tener un hogar. Tampoco necesita el  coche, comprar una lavadora o pagar la carrera de sus hijos. Por supuesto se acabaron los planes de futuro. Además viajar va a ser un chollo ya que en un plis plas puede ir a cualquier parte o eso he visto  yo en alguna película sobre los de su clase. En definitiva, le ofrezco algo mucho mejor que las caducas recompensas físicas. Le ofrezco ser útil. Un difunto útil que no perderá el tiempo andando a tontas y a locas por ahí recordando pasados agravios y asustando al personal. ¿Lo acepta?

05 noviembre 2012

Recibiendo a García Calvo en su segunda vida

"El futuro es eso con que os engañan, a los viejos también, pero sobre todo a los más jóvenes, cada día: os dicen “tenéis mucho futuro” o “tenéis que haceros un futuro”, “cada uno tiene que hacerse su futuro” y eso es justamente, aunque no lo digan, una resignación a la muerte, a la muerte futura. El futuro es eso; por tanto, el futuro es el que necesita el Capital; el dinero no es más que crédito, es decir, futuro, fe en el futuro; si no pudiera echar cuentas, ni habría Banca ni habría presupuestos estatales. El futuro es de ellos, es su arma. Por tanto, nunca dejéis que os suene como algo bendito o beneficioso: debe sonaros justamente a muerte, que es lo que es el futuro. Lo que estemos haciendo aquí, lo que estáis haciendo aquí, ello dirá lo que da de sí, pero no tenemos futuro; no tenemos futuro porque eso es propio de las Empresas, de las finanzas y del Capital. ¡No tenéis futuro!: esto es lo que hace falta ser valientes para denunciar."
Agustín García Calvo en las Asambleas del 15M.
(Gracias a Selo Blanco por darme a conocer este texto)
Lejos quedaron los tiempos de los viejos dinamiteros idealistas y de las patrullas milicianas, que al calor de la Guerra Civil, regaron este estremecido territorio de revolución y de sangre. La tempestad arruinó la cosecha y sus restos fueron alimento para las aves de rapiña que ensuciaban el paisaje con sus oscuras formas. Pero no todo estaba perdido. Bajo el suelo yermo, en su interior,  las capas freaticas aún contenían el viejo sueño libertario con que alimentar las futuras simientes.
Agustín García Calvo fue una de esas espitas que permitieron que las viejas esencias continuaran manando. Lo hizo desde la poesía, desde el ensayo, desde la gramática, desde la traducción, desde el teatro, desde la filosofía, desde la charla, desde la tertulia, desde la polémica y desde una cátedra de Latín en la Universidad Complutense que perdió por unirse a las protestas estudiantiles en 1965. Tomó las de Villadiego que entonces se llamaba París y se rodeó de una cuadrilla de espadachines de la Santa Acracia donde creció en fama y prestigio retroalimentándose con los hallazgos  y novedades madurados alrededor del Mayo francés. Cuando volvió en 1976, siguió siendo un poeta libre que huía como la peste del verso libre. Lo suyo eran las viejas formas poéticas castellanas que servían de marco para hermosos textos cristalinos y solemnes. Poemas musicados, como ese que Amancio Prada convirtió en  himno de libérrima afirmación amorosa:

O también no musicados, recitados por el propio autor, con ese aire de aguerrido bandolero de Sierra Morena que no le abandonaría hasta la hora de su muerte:
 

(Aquí enlace al texto) 
Así fue Agustín García Calvo, un hombre que llevo la radicalidad de su pensamiento hasta su propia vida, sin miedo a las contradicciones al que ese pensamiento podría exponerle. Se demuestra en su famoso pleito con Hacienda cuando se descubrió que nunca había realizado la declaración de la renta y pidió a sus amigos y lectores que lo hicieran por él, tal como exponía aguerridamente en este artículo de El País. (Ver enlace al texto)
"Ellos querrían que un anarquista, ya que tenga que haberlos, fuera miserable, piojoso, bohemio, pintoresco, drogota, enloquecido y febricitante de hambre y frío, y mejor que todo, naturalmente, muerto, muerto como Sacco y Vanzetti, y entonces todo estaría en su orden por lo menos, y hasta podrían dedicarle una manifestación comnemorativa en la futura sociedad del bienestar"
O cuando confeccionó ese suicida Himno de la Comunidad de Madrid a cambio de una peseta que imagino al menos, rubia y reluciente. Aquí lo podéis escuchar en su propia voz:

Charlas, testimonios inapelables que de  tan extremados, pasar por ellos era como pasar por el filo de una navaja.  Sin embargo no negaba el compromiso necesario cuando las miserias de la realidad empezaban a demostrar  su siniestra faz. Ahí estuvo el año pasado en la Puerta del Sol, a sus 84 años, en el glorioso 15m,  dispuesto a seguir batallando con las armas que mejor conocía: el pensamiento y la palabra. Lo que mejor supo hacer hasta el final. 
I
Enorgullécete de tu fracaso,
que sugiere lo limpio de la empresa:
luz que medra en la sombra, más espesa
hace la sombra y más durable acaso.
No quiso Dios que dieras ese paso,
y ya del solo intento bien le pesa;
que tropezaras y cayeras, ésa
es justicia de Dios: no le hagas caso.
¿Por lo que triunfo y lo que logro, ciego,
me nombras y me amas?: yo me niego,
y en ese espejo no me reconozco.
Yo soy el acto de quebrar la esencia:
yo soy el que no soy. Yo no conozco
más modo de virtud que la impotencia.
II
Pero no cejes; porque no se sabe
cuándo pierde el amor, dónde la tierra
volteando camina, ni qué encierra
mensaje del que nadie tiene clave
Pues el Libro Mayor (y eso es lo grave)
del Debe y el Haber nunca se cierra,
y acaso acierte el que con tino yerra;
ni es nada el mundo hasta que el mundo acabe.
Si te dicen que Dios es infinito,
di que entonces no es; y si finito,
que lo demuestre pues y que concluya.
Pero no hay Dios ni hay Ley que a contradanza
no se pueda bailar. Tu muerte es tuya.
Tu no saber es toda tu esperanza.

25 octubre 2012

Detrás de la mesa camilla (Kaskarilleira Existencial 20)

La puerta estaba entornada, lo que me permitió entrar en el viejo piso sin necesidad de llamar. Me encontré en un largo y oscuro corredor decorado con fotos y grabados antiguos a los que no presté atención ya que mi mirada y mis pensamientos estaban centrados en la luminosa habitación del fondo. Cuando llegué allí, descubrí que era un salón semicircular y anticuado, con esa discutible elegancia abigarrada que pudo estar de moda cien años atrás, pero que hoy solo tendría sentido en una casa museo dedicado a la Belle Epoque. Tampoco el personaje que presidía la escena era un hombre de nuestro tiempo. Un anciano pálido y enjuto con unas gafas enormes que resaltaban la sobrecogedora intensidad de sus inmensos ojos de buho. Tenía un inequívoco aire sacerdotal que subrayó cuando con un altivo gesto de su mano derecha, me señaló una silla al otro lado de la que él ocupaba, detrás su mesa camilla. Había oído hablar muchas veces de aquella legendaria mesa pero no tenía nada de especial. Hasta el paño que la cubría, de terciopelo verde, era de una asombrosa vulgaridad. Nada que ver con los variopintos objetos y los miles de libros que asfixiaban la habitación. 
  • ¿Me esperaba?
  • Sí, sabía que iba a venir. 
  • Vaya, había oído hablar de su capacidades pero nunca pensé que que además fuera clarividente.
  • No olvide que hace muchos años de mi muerte y los muertos no tenemos sentido del futuro, eso nos permite visualizarlo todo mejor. Hablo de su futuro claro, el mío ya solo es recuerdo.
  • ¿Entonces sabe a lo que vengo?
  • Sí, está buscando a El Gran Manipulador y me ha pedido cita en sus sueños para ver si yo le podía ayudar en algo. Ya ve que no he tenido reparos en comparecer ante usted.
  • Incluso con su famosa mesa  -pegué dos golpes en la funda atercipelada.
  • Sí, mi pobre mesa se ha convertido en un icono para muchos.
  • No se minusvalore, se dice que desde aquí gestionó la suerte de nuestro país en los años ominosos de la vieja dictadura. Alrededor de esta mesa se mantuvieron las esencias de nuestro pueblo en los tiempos de sangre, fuego y muerte. Como en los viejos monasterios medievales éste era un  refugio de civilización frente a la barbarie exterior. El viejo ideal galleguista pudo sobrevivir gracias a esta sala y a lo que se cocía alrededor de esta mesa. 
  • Suena bonito lo que dice pero este pequeño brasero apenas sirve para calentarme las zapatillas, dificilmente lo veo cociendo algo. 
  • Por favor, reserve su ironía para otras circunstancias.
  • No puedo dejarla aparte, ella también forma parte de nuestra esencia como pueblo. Además usted sabe que me llamaron traidor por intentar reconducir nuestros anhelos políticos hacia un proyecto cultural de futuro.
  • Supongo que era la único razonable que se podía hacer si uno no quería pudrirse en la cárcel, hacerle compañía a los peces o convertirse en inanimado adorno de las cunetas. En aquellos tiempos lo de convertir el partido en una editorial fue algo digno de mérito. Cuando no se podían defender otras cosas, al menos se pudo defender nuestra cultura del exterminio.
  • Los exiliados no lo entendieron.
  • Ellos no tenían a la muerte boqueando detrás de la oreja.
  • Parece entender bien el sentido de nuestra causa pero en cambio me ha llamado para que le hable del Gran Manipulador. ¿Piensa que soy un agente suyo, quizás?
  • No, más bien fue usted él que creó una red de agentes para expandir los viejos ideales en todo tipo de ideologías en vez de que se limitasen a un único partido. Desde entonces, discípulos suyos han protagonizaron la política, la cultura y hasta la economía de esta tierra. Hay que ser muy grande...
  • ¿Manipulador? 
  • ...para hacer esas cosas. 
  •  Pero yo no dejé nunca de ser un pequeño hombre de un pequeño país al que quería salvar de su terrible sensación de derrota. ¿Dónde estuvo mi grandeza?
  • Quizás en intentarlo.
  • Poco hemos avanzado, soy un manipulador fracasado. No puedo ayudarle en su búsqueda, amigo mío.
  • Por lo menos nos hemos conocido.
  • Sí, aunque a buenas horas.
  • Podría aprovechar esta visita. Cuénteme algo sobre la muerte.
  • ¿Para qué? Viva bien su vida y olvídese de la parca. Es mejor que esa señora se ocupe de sus asuntos y que los demás se preocupen de los suyos. Créame, es mejor así.

17 octubre 2012

Abandonando la Tierra (Odisea especial XI)

Diario de Navegación del Comandante Moaña D’Ons a bordo del El Burlador de Hebillas 02.
Fecha estelar 2131.10.15.
Seguimos en la órbita de Saturno rumbo al satélite agrario Grelicia en las postrimerías del anillo de Gallic. Hemos pasado por múltiples incidencias (ver enlace) pero nuestro objetivo no ha variado: encontrar el legendario tesoro de Xan Touciño (ver referencia), padre fundador de nuestro Imperio Galaico Galáctico.
No se puede disimular, después de tantos días de viaje la tensión se masca en el ambiente. Las constantes disputas entre mis dos socios, el comandante estelar Adrián Touriñán y su esposa la enfermera titulada Virtudes Carneiro, ha alcanzado niveles difícilmente soportables. Gritos, recriminaciones constantes, golpes violentos en las escotillas al abrirse o cerrarse, comidas y cenas que terminan abruptamente....
Me perturba tanto despecho acumulado e intento relajar el ambiente animando a mis compañeros con alguna de mis historias espaciales. Noto que a Virtuditas le divierten y mientras embelesada escucha mis relatos, se hace menos irascible. En cambio, Adrián se ha vuelto cínico y desconfiado, como predispuesto para la polémica. ¿Le pondrá nervioso el magnetismo que ejerzo sobre su mujer?
Hoy, al pasar cerca de Egonia 2.0 tuve la oportunidad de contarles algo de la curiosa historia de sus habitantes. Les hable de su esplendoroso pasado terrícola. De cuando aquel pueblo logró colonizar las mentes de sus congéneres humanos (ver enlace) y construir una red psicológica que por encima de instituciones supranacionales, gobiernos, emporios industriales, financieros etc.. gobernó discretamente el viejo mundo durante muchos años. Luego les hablé de su inevitable decadencia cuando las redes informáticas, la tecnología y los nuevas tácticas persuasivas del marketing y la publicidad fueron arrinconando la psicología individual en beneficio de las psicologías de masas y el pensamiento primitivo.
Dura experiencia para los altivos y petulantes egonios que se sintieron rechazados por aquellos mismos que pocos años antes serían capaces de entregarles cuerpo y alma por un poco de atención. En su paranoia se plegaron sobre si mismos encerrándose en su vieja carcasa territorial y convirtieron su presente en un mero eco de un pasado glorificado hasta niveles míticos. Suspicaces hasta el límite, rechazaron todo contacto con el mundo exterior y escapando del hoy se limitaron regurgitar las viejas lecciones del ayer. La situación de malestar fue en progresivo aumento y en algunos sectores empezó a cuajar una medida extrema: hacerse con un satélite saturniano y abandonar la Tierra para no tener que seguir soportando las insidias y vilezas del resto de los humanos. La situación era propicia, los gallegos ya habían comprado el suyo para la producción de greloleo y ellos, los egonios, siendo mejores no podían hacer menos. 
Cuando
los partidarios del exilio triunfaron electoralmente  sobre la facción terrícola, se iniciaron los trámites para el gran éxodo. En tres años comenzó la colonización del satélite y en cinco el asentamiento de los egonios llegó a su fin. La vieja Egonia terrestre quedó abandonada a su suerte poblada por un montón de ancianos que se resistían a dejar atrás sus raíces y los sectores minoritarios, en su mayor parte inmigrantes, ultraterrícolas. 
En la colonia se celebró la gran fiesta de inauguración territorial pero dejaron la sorpresa para el final. Fue entonces cuando los habitantes de Egonia 2.0 desconectaron todos los sistemas de comunicación que les unían al resto del Universo. 
El Gran Apagón Egonio consiguió lo que querían: hacerlos independientes y libres.
No se ha vuelto a saber de ellos.

05 octubre 2012

Aunque te creas grande (Kaskarilleira Existencial 19)


El áspero cañón de mi pistola pareció reblandecerse al tocar la blanda mansedumbre de su flácida nuca. Sonó el click de disparo y la abotargada cabeza, en un gesto nervioso, saltó hasta el techo del automóvil de lujo. 
  • Tranquilo, aún estás vivo.
  • ¿Qué pasa? ¿Qué me está haciendo? No me mate.
  • No quiero matarte, me conformo con hacerte algunas preguntas. Pero antes arranca el coche y conduce hasta la entrada de la urbanización. Sin mirar atrás. Saluda con la mano al guardia tal como sueles hacer  y tira para adelante hasta que yo te diga.
Cinco minutos más tarde le ordené que se desviase por una carretera secundaria.
  • Para, aquí estaremos bien, pero no te muevas.
Era un lugar feo y solitario. Tres encinas mustias y los polvorientos matojos suburbiales que suelen decorar las afueras de la capital.
  • Estoy buscando un tipo que quizás conozcas. Le llaman el Gran Manipulador.
  • No sé de que me está hablando.
  • Venga no te hagas el tímido conmigo que bien que te las  gastas cuando sueltas tus homilías mañaneras.
  • No sé a que viene todo ésto. ¿Quiere dinero? ¿Está descontento con la manera en que llevo mi programa?
  • No quiero tu mierda de dinero, ni me gusta la forma en que lo ganas. No me gusta lo que haces. No me gusta el odio que generas. No me gusta como humillas y chantajeas a los que no son de tu cuerda. No me gusta tu cinismo. Tu falta de principios éticos. No me gustan tus prejuicios ni tu falta de escrúpulos. No me gusta tu defensa de los valores más rastreros y reaccionarios. No me gustan tus canallescos ataques a todos aquellos que todavía sueñan con un mundo más justo y más humano. No me gusta que los acoses e insultes por pensar lo que pensabas tu mismo cuando aún no te habías convertido en un miserable mercenario con afanes de poder.  En un simple  y vulgar matón con un micrófono en la mano.
  • Acabáramos, no le gusto.
  • No, no me gustas por eso quiero que me acompañes. Baja del coche.
Caminamos unos cien metros por una estrecha senda que terminaba en una maloliente charca alimentada por las últimas lluvias otoñales. Era un sitio nauseabundo pero ideal para despedirme de mi amigo. Su voz aterrorizada lanzó un vergonzante gallo cuando me formuló su última pregunta
  • ¿Pero no me iba a hacer preguntas sobre ese Gran Manipulador?
  • Bah es inútil. Lo he pensado mejor. Solo conoces la mentira y la calumnia. Tú no eres el Gran Manipulador ni sabes nada de él. Solo eres un pequeño y vulgar intoxicador. Aunque te creas grande.
Fue un suave y mínimo empujón el que le lanzó a la charca. Pena de traje. Debía valer casi mil euros. Debajo tenía un precioso chaleco  príncipe de Gales y hasta un coqueto pañuelo de seda en el bolsillo superior de la chaqueta. 
Ay señor, que vida la del investigador privado. 
Me dirigí al coche y salí pitando.
 

27 septiembre 2012

21 septiembre 2012

Los felices idiotas por ser de algún lugar


13 septiembre 2012

Adiós, barquito español

 Puede que se marchen pronto, es su derecho inalienable. Tal como está el panorama quizás sea mejor salir cuanto antes de esta nave con tantas vías de agua y que se hunde por momentos. Además ellos, los que cuentan, siempre han viajado en camarote de lujo y se merecen ciertos privilegios. Llevan muchos años luchando por lo suyo y aunque los demás no dejan de ser pasajeros subalternos, también sacaron provecho de sus esfuerzos. Es cierto que hubo un tiempo en que el pasaje de tercera no se sentía agradecido. Se tomaba libertades insólitas y pretendía hacer una revolución social porque no les gustaba el rancho o los catres bajo cubierta de ese lado del barco.  Gente insumisa y rebelde que venía de cualquier lugar y no tenía nada que perder.
Ahora sus hijos y nietos tienen patrimonio, patria, bandera y una identidad que les acoge. También desean llegar algún día a los camarote de lujo en un barco que consideren suyo y que no haya que compartir con extranjeros de tercera clase.
Les costará más de lo que imaginan. Aunque piensen que la nueva nave es suya, los camarotes de lujo seguirán siendo zona reservada para la vieja estirpe. Como siempre ha sido. Se lo han sabido ganar a pulso. Se lo han ganado a pulso luchando contra los tiranos del viejo barquito español. Lucharon mucho antes de que llegaran esos ilusos advenedizos que aspiran a ocupar un lugar que nunca se les había reservado. Los pobres ilusos se frustrarán al comprobar que no todo era culpa de los propietarios del viejo buque y puede que al saber que nada cambia, decidan amotinarse contra los nuevos armadores.
No merece la pena corres riesgos.  En esa tesitura es mejor seguir como hasta ahora. Calafatear lo que se pueda para que la vieja chatarra siga flotando y compartirla con los españoles.
Sí, quizás sea duro mantener la convivencia con  esos  tipos simples y vociferantes, incultos y envidiosos hasta la nausea, que se dejan gobernar por autócratas corruptos. No obstante son manejables y con ellos los beneficios siempre están asegurados. Después de casi dos siglos de disputas, los de la vieja estirpe ya le han tomado el pulso a  un enemigo torpe y mediocre que se pone nervioso cuando se le caricaturiza como un ogro cruel y despiadado.

  • Nosotros tiramos del carro y España se aprovecha de nuestro esfuerzo y de nuestro dinero.
Viejos lemas que se clavan en el orgullo y sirven para aflojar carteras y obtener privilegios, No hay duda, cualquier cosa merece la pena cuando se trata de conservar los camarotes de lujo.

07 septiembre 2012

Perforando mi descanso (Kaskarilleira Existencial 18)


Se acabó el descanso y aún no son ni las nueve.  Monstruos antidiluvianos se aposentan debajo de mi ventana para atormentar con sus rugidos despiadados mi anhelada paz estival. 
Puta Kaskarilleira, amamantada con ruidos. 
Gaviotas, bocinas de ambulancia, trajín de camiones portuarios, nocturnos alaridos tabernarios con pretensiones cantarinas, zanjas cosidas y descosidas mil veces...
Podría sacar el revolver, apuntar a ese oxidado martillo hidráulico y hacerlo volar por los aires. Tengo puntería y sé que no habría desgracias personales, pero soy un tipo con excesivo pudor. No quisiera estar en el pellejo del portador del cachivache cuando tuviera que dar explicaciones en la Mutua sobre su repentina fobia a su herramienta de trabajo.
Maldita tortura. Estamos enfangados en una conspiración ruidosa de la que apenas somos conscientes. Inermes ante el ruido más allá de cualquier otra consideración. Atocinados en la barahúnda apenas podemos entender lo que nos rodea. Al final, no podremos distinguir entre el traqueteo devorador de aceras y el sonido de la ametralladora que nos mata.
Seguro que hay una máquina silenciosa que hace su trabajo sin violar el silencio. Seguro que podría haber calzadas reversibles de quita y pon. Podrían ser de plástico.  Hoy todo es de plástico. Si no nos mata el ruido, si no nos aniquilan los mercados o Ángela Merkel, lo hará el plástico. Unas aceras de plástico con unos enganches en cada tramo para separar las piezas del puzzle. Meter lo que haya que meter: tubos de agua, gas, cable, cualquier mierda falsamente necesaria y luego cerrar. Todo más cómodo y sencillo. Y no me hagáis reír con la tontería esa  de que se perderían puestos de trabajo. ¿Cuándo la humanidad ha renunciado a  unas pulgadas de confort por miedo a perder unos miles de puestos de trabajo? Esas delicadezas solo son permisibles con las corporaciones que dirigen el cotarro y no con un montón de obreros de mierda que a falta de otro trabajo se pueden enviar al Polo para ver si perforando encuentran petroleo.
Bah, solo despotrico por despotricar y ya me faltan excusas para no levantarme. Tengo que decidirme a emprender la caza. En algún maldito rincón de algún maldito lugar, el Gran Manipulador tiene puesto su culo y yo debo dar con él. No hay ninguna otra cosa que merezca mis desvelos.

12 agosto 2012

Crónica desde el angosto verano

Los italianos, listos ellos, han bautizado a estos días de verano como ferragosto. Pero no, tal expresión no significa lo que suena, es decir, lo dura que puede ser la existencia cuando te sientes sodomizado por la canícula. Al parecer, Wikipedia dixit, es derivación de la expresión latina Feriae Augusti, una fiesta implantada por aquel dictador con laureles que fue el primer emperador. Luego el cristianismo, con su impudicia habitual, robó  la festividad hasta convertirla en el día en que se celebre la ascensión de la madre de Yesshua ben Josef hacia las esferas siderales.
Hablando de esferas siderales, también está lo de las Lágrimas de San Lorenzo, un recuerdo hacia aquel santo que mientras era asado a la barbacoa aún tenía suficiente material líquido como para lanzar sus lágrimas hacia las susodichas esferas. Desde entonces y al llegar a estas fechas, se toman unos días de veraneo y las Perseidas, así se les llama, regresan a la tierra convertidas en lluvia de meteoritos.  Me dicen, que hubo alguien pariente de alguien que conoció a un tipo, que es amigo de otro tipo que posiblemente las vio caer en medio de una borrachera estival, pero no me fío. Muchos son los llamados, pero pocos los elegidos. Para disgusto de astrónomos aficionados y agobio de sus obligados acompañantes, en estas latitudes las noches de las lágrimas suelen ser nubladas, aunque al día siguiente reluzca un sol insaciable y prepotente.
Esto del clima imprevisible es una característica primordial para darle vidilla a nuestros veranos atlánticos. 
¿Qué tiempo hará mañana? 
Una información que la naturaleza nos hurta y que sirve para dejar con el culo al aire a tanto meteorólogo telegénico. Es que en estas tierras galaicas nunca se sabe. A lo mejor te pasas una hora equipándote con todo el armatoste playero antes de arrastrarlo por la calle o meterlo de mala manera en el coche y sumirte en el habitual atasco de agosto. Llegas a tu destino, plantas tu bandera, te desembarazas de tus prendas sobrantes, te tiras en la toalla y en ese preciso instante se cierra el celeste telón y te deja a oscuras en el graderío de tus esperanzas. La niebla o las nubes son esas persistentes gorronas que buscan su protagonismo en nuestros veranos, pero al final siempre son benignas. Nos pasamos tanto tiempo maldiciéndolas por sus caprichosos designios y nos olvidamos, que gracias a ellas, nunca conoceremos los calores del Averno habituales del sur y el este, hacia abajo. 
Uno, como siente cierta compasión por las desgracias ajenas, empieza a temblar cuando dan la información meteorológica y observa que en otras latitudes la cosa está da miedo: 35, 38, 40, 42 grados y el otro día 45 y pico en Córdoba, vaya locura.  
¿Cómo decirles que por aquí, a partir de las 10 de la noche, llevamos una chaqueta o una prenda de abrigo, por si acaso? ¿Cómo decirles que aquí, en este preciso lugar, nuestra temperatura veraniega en raras ocasiones sobrepasa los 30 grados? ¿Cómo decirles que en nuestras jornadas playeras no tenemos que atrincherarnos debajo de una sombrilla para que el sol no nos licue? Qué podemos pasear por la playa a las 12 del mediodía, jugar un partido de fútbol o sin miedo a la deshidratación. Hacer el ridículo con esas horripilantes paletas de plástico y la errática bolita. Tampoco tenemos que ir con unas chanclas al borde del agua para que el sol no nos queme la planta de los pies. Y aunque el agua esté fría del carajo, no tienes la sensación de que eres parte de ese caldo caliente y sospechosamente pegajoso en que se convierte el Mediterráneo en esos días en que el sol no tiene sosiego. Sí, podemos salir después de comer a dar un paseo y no tenemos que refugiarnos en nuestros habitáculos con las persianas y cortinas cerradas hasta que "Lorenzo" decida no atenazarnos con sus cálidos abrazos, allá por las 8 de la tarde. 
La playa, el mar, otros prefieren la montaña, o el viejo pueblo de nuestra infancia o de nuestros ancestros. Como dice el anuncio ese, todos nos merecemos tener un pueblo. No sé por qué nadie, que yo sepa, se le ha ocurrido unir a tanto huérfano sin pueblo con tanto pueblo sin huérfanos. Podría modificarse la legislación y crear una especie de nuevo tipo de unión, incluso matrimonial, entre urbanitas necesitados y pueblos olvidados. Quizás una aplicación de Internet. Aunque para llegar a tal tesitura sería necesario una búsqueda ingrata con posterior flechazo. 
"Sí, creo que tú eres el pueblo que estaba buscando.  El pueblo de mi vida"
No creo mucho en la permanencia de los encuentros del verano, ni en la pasión que tiene mucha gente por esta estación. Es todo tan banal, tan insignificante, tan prescindible como esos cohetes de fiesta que a las nueve de la mañana nos despiertan de nuestro necesitado descanso solo para hacer ruido y anunciarnos que el pueblo están en fiestas. Maldita sea, ¿quién no lo sabe, si la orquesta pachanguera estuvo tocando hasta las 3 a.m.?
Tiempo frustrante, el tiempo anhelado del verano. Como uno de esos productos de teletienda que te prometen el paraíso terrenal comprando un pedazo de plástico por 40 euros. 
El verano siempre ofrece menos de lo que promete, pero año a año, volvemos a caer en el mismo error de ilusionarnos con sus posibilidades.
¿Por qué? 
Quizás por qué recordamos aquellos mitificados veranos de nuestra infancia ¿Pero realmente eran tan míticos o solo sobreviven en nuestro recuerdo por contraste con las absurdas esclavitudes escolares y familiares a las que se nos sometía durante el resto del año?
Ahora también me toca a mí. Me toca fantasear antes de darme el chasco. Quizás esta vez sea distinto. Quizás cansado de tantas loas y luego de haberle puesto en donde realmente se merece, decida sea propicio conmigo. Como veis, también yo puedo ser un iluso.

31 julio 2012

Matando reyes

¡La vida no es más que una sombra que pasa, un pobre cómico que se pavonea y agita una hora sobre la escena y después no se le oye más; un cuento narrado por un idiota con gran aparato, y que nada significa!  
Macbeth de William Shakespeare. Acto V 
(Traducción de Luis Astrana Marín - 1920)

20 julio 2012

El último recorte del Ministro


  • ¿Cómo quiere el corte, señor Ministro?
  • A navaja, como siempre. Quíteme sobre todo los pelos de la nuca, se hacen especialmente molestos con estos rigores del verano.
  • ¿Quiere que le retoque la zona de la frente? Veo que tiene algún vello suelto a la altura de las cejas, justo por encima de las gafas.
  • ¿No me diga? pues yo pensaba que no tenía ni un pelo en esa zona. Hay que reconocerlo, mi calvicie es irreversible.
  • ¿Irreversible? ¿Cómo la economía española, quizás?
  • No, amigo peluquero, no piense así. Comprendo que esté preocupado por las nuevas medidas del gobierno, pero a la larga ya verá como salimos del aprieto.
  • ¿Saldremos del aprieto subiéndonos el IVA desde un 8 a 21 por ciento? ¿Somos nosotros los culpables de la crisis? ¿Lo son las floristas, los ópticos, las salas de cine, las funerarias?
  • Sí, la verdad es que es terrible llegar a esta situación pero ustedes tienen una clientela fija. Nadie dejará de cortarse el pelo, mandar a sus muertos a pompas fúnebres o comprarles luego unas flores para amenizar sus tumbas por muy mal que esté la cosa. Es duro aplicar una cirugía tan severa pero no teníamos otra posibilidad si queríamos evitar que el resto del cuerpo social se gangrenase. Usted, por ejemplo, que es un modesto empresario no se quejará de que le hayamos metido mano a los funcionarios. Reconocerá conmigo que es un colectivo desmesurado, tanto por su tamaño como por sus privilegios. Un escarnio para el resto de la población activa.
  • ¡No me venga con esas, Señor Ministro! Fueron ustedes, los políticos, los que hicieron crecer ese colectivo. Ustedes se han servido de él y ahora ustedes son los que quieren darles el tajazo.
  • Hablando de tajazos, tenga más cuidado, buen hombre. Casi me hace un corte en la cabeza.
  • Señor Ministro, mi negocio es rentable gracias a que muchos de mis clientes son funcionarios. Entre lo del IVA y lo que quieren hacer con sus pagas esta peluquería se va a ir a la puta mierda.
  • Le ruego que tanga más cuidado o tendré que irme ipso facto. Ahora si que me ha cortado.
  • No se preocupe que le pongo un algodón hasta que se le cierre esa herida. Ojalá se cerrasen de la misma manera las que ustedes con su irresponsabilidad están abriendo.
  • Como siga así, me voy a levantar.
  • De aquí no se mueve hasta que le suelte todo lo que le tenga que soltar y olvídese de los escoltas, me temo que tras el zarpazo que les ha metido a sus sueldos se han vuelto demasiado indolentes. Ahora prefieren llorar sus penas salariales tomándose un carajillo en el bar de la esquina.
  • Ésto es intolerable, está usted amenazando a un ministro.
  • Ustedes no están amenazando a nosotros todos los días. ¿De que se queja? 
  • ¡Suélteme el hombro, tengo inmunidad parlamentaria!
  • No para hacer lo que le de la real gana.
  • Déjeme.
  • No se levante. ¡Le digo que no se levante!
Chissstttt
  • Vaya, se me fue la navaja. La he hecho buena. ¿Qué hago ahora? En fin, el último recorte le ha tocado a él mismo. Mala suerte. Nunca pensé que los ministros fuera tan blandos. Ahora me explico lo de la prima de riesgo y lo de la  fragilidad de nuestra economía.

04 julio 2012

La felicidad por un kilo de fruta

Rebosante de contento abrió aquella mañana su puesto de frutas en la esquina exterior de la plaza de abastos. Albaricoques, melocotones, tomates, kiwis, naranjas, toda clase de verduras y la caja con las cerezas picotas, reinas de la temporada. 
Pero hoy había algo más. Una oferta especial que lo convertiría en rico y famoso. Y eso que se había comprometido a regalarlo gratis por cada compra. 
Se le acercó un cura atildado y circunspecto.
  • Sepa, reverendo, que con cada compra de fruta que supere el kilo recibirá gratuitamente algunos gramos del contenido de este estuche.
  • ¿De que se trata, hijo mío?
  • Pizcas de felicidad recogidas grano a grano en los lugares más jubilosos del mundo.
  • ¿Pero usted por quién me toma, frutero?  ¿Se cree que soy un miserable drogadicto? Ha tenido suerte con encontrarse conmigo, si no llamo a los guardias es porque lo conozco desde antiguo y no le deseo ningún mal.  Abandone ese nauseabundo narcotráfico y póngase en paz con Dios.
  • Pero, padre, no es droga, es felicidad en estado puro. De verdad. Tal como se lo digo. Extraida de...
  • Deje de decir insensateces, frutero. La única felicidad que importa la alcanzaremos cuando lleguemos a la vida eterna y para ello debemos seguir fielmente los mandatos de Dios Nuestro Señor.
  • Señora, usted parece más razonable que el señor cura ¿no le interesa esta oferta exclusiva?
  •  Quite, quite, no me venga con esas cosas. Soy una dama y las de mi clase tenemos la suficiente categoría como para comprar productos exclusivos. ¿Se cree que voy a aceptar algo gratis y al alcance de cualquiera? A saber cuanta gente ha manoseado ya ese producto. Entérese, frutero, yo no soy de la chusma.
  • Pues el otro día cuando me pidió fiado.
  • Olvídeme, frutero. ¿quien se ha creído que soy, una pelandusca?
  • Usted amigo, parece un joven moderno ¿ne le interesa nuestro producto estrella de hoy? Es gratis y puede ser suyo por la compra de un kilo de fruta.
  • ¿La fruta es de aquí, no? 
  • Sí, claro.
  • ¿Y en cambio esa felicidad viene de fuera? 
  • Pues sí, de muchos sitios.
  • No es nuestra, entonces. ¿Así contribuye usted a la economía productiva de nuestro país? ¿Fomentando productos extranjeros? No me extrañaría nada que incluso hubiera sido cultivada en tierras de la potencia opresora que tiene sometido a nuestro pueblo. ¿Es  acaso usted un cipayo, un cómplice del enemigo, frutero?
  • Señor profesor, como me gusta verlo por aquí. Todos saben que es un hombre sabio pero que no rehuye el sentido común. Una persona respetada y respetable.  Abierto a cualquier novedad sin por ello desdeñar las lecciones del pasado. ¿Qué le parece mi oferta del día?  Unos gramitos de felicidad por una compra de nada.
  • Pues me parece una mierda, si quiera que le diga ¿Cómo puede tener las narices de ofrecerme tal cosa con lo que está cayendo? ¿No se da cuenta, frutero,  que esa felicidad que regala está manipulada por aquellos que quieren  mantenernos como títeres sumisos de sus repugnantes intereses? Es una felicidad engañosa, una felicidad adulterada para mantenernos calmados y que no les demos guerra. Ellos piensan que si somos felices dejaremos de denunciar sus delitos. Pero no lo podemos permitir. ¡Tire inmediatamente ese estuche! ¡Tírelo si no quiere ser como ellos! 
  • Solo es un poco de felicidad para compartir, no creo que que le haga daño a nadie.
  • ¡Tírela!
  • Ya está. Vaya día. Mañana, mejor, regalo melones.

25 junio 2012

Cita al alba (Kaskarilleira Existencial 17)

En la madrugada de San Juan partí a la búsqueda del Gran Manipulador. Kaskarilleira entera seguía recubierta por una vaporosa capa grasienta con olor a fritanga de sardinas, madera quemada y alcohol. La noche más corta aspiraba a ser eterna para la tropa mohicana y chillona que ocupaba la calle envalentonada por la idea de que la juventud no conocía límites. 
Tenía mi decrépito buga aparcado de cualquier manera en un callejón lateral. Comprobé que nadie le había arrancado el espejo retrovisor, uno de los deportes favoritos de las cantamañanas a los que unas copas de más les hace descubrir insospechadas pulsiones vandálicas. 
Salí de la ciudad y pronto me incorporé a la autovía. Tenía el tiempo justo antes de que el que amanecer entrara en danza. Los enanos me lo dejaron muy claro en el segundo pliego que me hicieron llegar a través del plumífero cartero. La verdad es que esos mequetrefes me habían decepcionado.  Después de la visita nocturna de Xan das Covas me costó un huevo desprenderme de mi rol de detective provinciano y adquirir la personalidad de un aguerrido Espartaco versión Kirk Douglas. Pero pasó el día siguiente y otro más, un tercero y un cuarto sin recibir noticias de la gente menuda. Cogí tal cabreo ante tanta informalidad que se me acabó estrechando mi nuevo hoyuelo en la quijada. Después de cuarenta y tres llamadas por el intercomunicador, obtuve respuesta. Volvió aparecer el enano viejo en la nube amarilla con su estúpida sonrisa risueña. No pude contenerme y salté en tromba con toda mi poderosa chulería kaskarilleira:
  • ¿Qué pasa, chorvo ¿no os furula el percal o qué?
  • Tranquilo, Fiz. Hemos tenido algún que otro problema de logística pero al final se ha resuelto satisfactoriamente. Saldrás a la búsqueda de nuestro enemigo antes de que raye el alba de la mañana de San Juan. Recibirás las instrucciones pertinentes.
Recibí las instrucciones pertinentes y ahora, tras dejar el coche, me dirigía tropezando  por el camino oscuro y siniestro que conducía al viejo castro prerromano de las afueras.  Siguiendo las instrucciones, me senté en el primer círculo de piedra mirando al este. Abajo pasaba un riachuelo lleno de mierda y al otro  lado, entre las rocas de la orilla y los sauces estreñidos, empezaron a hacerse hueco las primeras luces del amanecer.
La descubrí a los pocos segundos. Estaba semidesnuda encima de una roca. Una mujer esbelta con el torso desnudo, un traje escamoso que me dio algo de grima y un peine de oro en la mano con el que le daba duro a sus cabellos largos y dorados. Estaba de perfil, envuelta en la sombra, pero no me costó imaginarla como una de esas figuras que desde los cuentos ilustrados pervierten el incipiente erotismo de nuestra infancia.  
  • ¿Por qué no me dijeron esos canijos que tenía cita con un hada? Me lo hubiera tomado con más entusiasmo.
Da igual, la ocasión la pintan calva. Me frote las manos de puro placer y me dirigí hacia ella.
  • ¿Adónde crees que vas, machote? 
Era una voz parecida al que haría una montaña al quebrarse por su mitad. Inmediatamente sentí que una fuerza poderosa me lanzaba varios metros hacia atrás.
  • Bueno, tengo órdenes de...
  • ¡Qué órdenes ni que niño muerto! No intentes a engañar a una hada con más siglos en su espalda que tú pelos en la cabeza. En los últimos siglos los humanos varones os habéis vuelto demasiado prepotentes y dominantes pero no hay problema pronto recibiréis vuestro merecido. 
Mientras lanzaba denuestos, la tipa seguía peinándose sin apartar la mirada del río.
  • Señora, los enanos me dijeron que aquí habría alguien esperándome para darme algo y solo la he visto a usted. Por lo tanto he deducido que...
  • Ya y al ver que se trataba de una hada desvalida pensaste que a lo mejor pillabas plan. ¿A que no me equivoco? Solo hay que verte la cara de sinvergüenza y rufián. 
Sonaba lindo en aquella voz cavernaria pero yo no estaba dispuesto a dejarme vencer de forma tan sencilla. 
  • Señora, si fuera un sinvergüenza, los enanos no me hubieran escogido para esta misión trascendental.
  • Esos macacos dimunutos de tanto relacionarse con los hombres, se han agilipollado. Mira, capullo, aquí tienes el arma con el que debes combatir el Gran Manipulador. Lárgate. No quiere verte más. Me repeles.
Con un gesto brusco me lanzó un objeto que tenía en el regazo. Aquello trazó una larga parábola en el aire,  pego un bote en mis pies y salto hacia mi cara. Caí hacia atrás con aquel balón en mis manos. Porque se trataba de un balón. Ligero como los de playa y con el dibujo inequívoco de un globo terráqueo. Un mapa mundi como arma. Valiente cosa.

12 junio 2012

Viviendo en el plano teórico

 
Nunca escogió vivir en el plano teórico pero desde muy pequeño fue lo que le enseñaron. Teorías, principios,conceptos, definiciones, etiquetas, teoremas. Fórmulas magistrales que sirven para cualquier cosa. Y si no sirven es culpa de las cosas y no de las fórmulas.  
Terminó por comprender que la realidad era una falacia engañosa e intrincada si no era capaz de superar unos mínimos controles de calidad. Antes había que limpiarla de excrecencias. Liberarla de excepciones. Reconducirla por el camino recto evitando innecesarios rodeos y esas espesuras farragosas que no llevan a ninguna parte y solo generan confusión e incertidumbre. 
La realidad debe ser recta, cabal y luminosa. Como una luz en medio de las nieblas o una autopista que abriese el Amazonas como un puñal.
De esa manera construyó su mundo. Claro y preciso. Sabiendo en todo momento cual camino escoger. Trazando líneas maestras para separar divergencias. Los nuestros a un lado, los contrarios al otro. Yo aquí, en el centro de mi propio universo, y vosotros allá ocupando círculos concéntricos y progresivamente más alejados.
Le fue bien, nunca engañó a nadie. Aunque sus detractores lo acusaran de falta de piedad e incluso de sanguinario.  ¿Falta de piedad por cumplir con su deber? ¿Sanguinario por combatir a sus enemigos desde las aulas, desde la milicia y luego desde el gobierno de su propio país?
¿Por qué hay que pagar un precio por ser consecuente con uno mismo?  ¿Por que tiene que pagarlo él, precisamente él, que siempre se mantuvo firme y nunca se dio tregua a si mismo? 
Sin flaquezas, sin traiciones, sin falsos componendas. Al parecer no había sido suficiente. Ahora estaba allí, sentado en aquel estrado y delante del tribunal internacional que debía juzgarlo por crímenes contra la humanidad.

05 junio 2012

Combatiendo al Gran Manipulador (Kaskarilleira Existencial 16)

Habían pasado varios meses desde mi sorprendente encuentro con los enanos (Ver La vaca que guiña) y casi me había olvidado de ellos, entregado por entonces a los sumarios placeres que me podía ofrecer la sin par Kaskarilleira cuando no tienes ni oficio ni beneficio. Venciendo mi acrisolada misantropía, volvía a mi casa aquella madrugada después de celebrar con una grey desaforada y alcohólica el nuevo ascenso a Primera  del Esportivo. Reconozcámoslo, el equipo de nuestros amores y temblores, se ha convertido en el único elemento capaz de sacudir la secular modorra de mi vieja ciudad, una dama untuosa  y galante que yace con calculada displicencia a orillas del Atlántico. 
Al llegar al portal y antes de sacar el llavero tropecé con un objeto que me interrumpía el paso. Instintivamente intenté lanzar una patada pero una extraña luz procedente del objeto me hizo dar una voltereta en el aire antes de caer de culo en el suelo.

  • ¿Y ésto?
  • Querrá decir y éste. Soy enano y por más señas, varón.
  • No comprendo.
  • Pues vaya intentándolo, no tengo toda la noche. 
Desde abajo podía verlo con más claridad. Se trataba de una figura diminuta con un casco lila en la cabeza. Iba vestido con cazadora de cuero, camisa a rayas y un pantalón color añil  fosforescente. En la mano llevaba una mínima pistolita de plástico color carmesí.
  • ¿Con eso me  ha lanzado al suelo?
  • Pues sí y no se queje. Ha tenido suerte. Podría haberlo dejado ahí tirado como un fiambre hasta que lo viniese a recoger el camión de la basura.
  • No hace falta que se ponga tan agresivo conmigo, usted me interrumpía el paso y era mi derecho...
  • Déjese de monsergas, soy el mensajero de los enanos y quiero acabar con mi trabajo cuanto antes. Le dejo este rollo  -me entregó un rollo de papel dorado- que me ha entregado para usted el Maestro Gfunderkaltstesick. Además debe firmarme el recibo.
  • No tengo bolígrafo.
  • Está bien- el enano fue sacando de la camisa una larguísima pluma de ave de color negro- Vamos Lisistrata, bonita, colabora con el señor.
Al coger la pluma me pareció sentir que tenía un extraño latido, como si tuviese vida propia, pero preferí no darle más vueltas al tema. Demasiadas locuras para una sola noche incluso para un tipo tan bragado como yo. 
Siendo un tipo poderoso no estaba preparado para lo que pasó luego. El enano me dijo "abur", se subió  a la pluma  como si fuese  una Harley y salió volando no sin antes dejarme boquiabierto al dar un tirabuzón en el aire.
Entré en casa y desplegué el rollo encima de la mesa camilla de la sala. Lo abrí y me encontré con un breve texto escrito con enormes letras góticas: 
 HAY QUE COMBATIR AL GRAN MANIPULADOR.
  USE EL INTERCOMUNICADOR ADJUNTO. 
XAN DAS COVAS

  • Eh -farfullé- ¿De qué va ésto?
En ese momento cayó encima de la mesa algo en lo que no había reparado. Parecía una nuez pero al cogerla se abrió en dos partes unidas por un delgado hilo de lino. "¿Será el intercomunicador'"- pensé. "¿Pero como funciona?'" .  Lo mire por delante, por detrás y finalmente lo lancé contra la pared mientras exclamaba:
  • Esos cabrones enanos no me han dejado un puto manual de instrucciones.
No lo necesitaba, tras chocar contra la pared, una nube de color amarillo precedió a la aparición de Xan das Covas. Me miró con ojos risueños y sonrisa de oreja a oreja.
  • Por una vez tu poca paciencia te ha beneficiado. Has encontrado el truco.
  •  No quiero trucos, jefe, prefiero que me diga de que va este mensaje.
  • Antes que nada debes saber que  yo no estoy donde me ves, te hablo desde el corazón de la Enania.
  • Perfecto, son unos magos de la holografía, ¿algo más? 
  • Si te refieres a lo del rollo está claro, hay que neutralizar al Gran Manipulador Él es el culpable de lo que está ocurriendo en el mundo.
  • ¿La crisis, la pobreza en el Tercer Mundo, las guerras, los terremotos, los tsunamis?
  • No, los asuntos naturales tienen sus propias leyes; me refiero a todo aquello que tiene que ver con los hombres.
  • Pues ahí hay material para dar y tomar. ¿Entonces hay un culpable único? ¿El capitalismo? ¿Los mercados? ¿No será Dios? ¿No pretenderá que me enfrente a Dios o al diablo?
  • Ni el capitalismo, ni Dios, ni el diablo. Es alguien diferente. Muy poderoso aunque caprichoso y voluble. Nosotros te ayudaremos, tenemos un acuerdo contigo.
  • ¿Me debo de sentir aliviado? Un pringado de medio pelo rodeado de una recua de enanos haciéndole frente a un ser omnipotente que está puteando a todo la humanidad. Déjeme que me lo tome a risa.
  • Tómate lo a risa  si quieres pero mañana te encaminarás hacia tu objetivo.
  • Venga, no se burle de mí .
  • No me burlo. Mañana será tu día. 
Otra nube de color amarillo y silencio en la sala. Papá Pitufo se había largado, dejándome con el marrón.  Ya nunca volvería a ser un Don Nadie feliz.

25 mayo 2012

Antojos de los mercados


  • Señor Presidente, un grupo considerable de ciudadanos está a punto de traspasar el umbral de la pobreza, ¿los dejamos pasar?.
  • No, que esperen. Primero habrá que ablandarlos, no quiero que los mercados se vuelvan a quejan de que se los enviamos muy crudos. Dile a tus compinches que les suelten la cantinela habitual.
  • Ya sé a lo que se refiere aquello de "Hoy en día nuestra única opción es el sacrificio y si en todo caso hubiera culpables, lo serían ustedes por haber vivido por encima de sus posibilidades". Increíble que se puedan creer esas sandeces.
  • Una sandez bien decorada da inmejorables resultados. Coméntale a los tuyos que la pinten bonita para que sigan tragando ¿Has  negociado con los mercados?
  • Sí, pero no tengo buenas noticias, no nos quieren dar una prorroga. 
  • Eso es una contrariedad, pensé que estarían de mejor ánimo
  • Estaban eufóricos pero no me hicieron ni caso, parecían pasárselo en grande mientras columpiaban a la prima de riesgo. No vea como se reían cuando ella gritaba: "quiero volar más alto, más alto" Hicieron oídos sordos a nuestras súplicas. Al final, casi  me echan de allí de mala manera. Me dijeron que no les gustaba hablar con lacayos, que viniera a verlos el pez gordo, si se atrevía.
  • Nuestro futuro depende de ellos ¿no habrás sido desconsiderado?
  • Fui sumamente cordial. Incluso apelé a su sentido común. Ese que usted tanto venera. Me contestaron como macarras barriobajeros. Algo así como que me dejara de milongas, que me comiese con patatas mi puto sentido común y que ellos ya tenían el suyo a buen recaudo en algún paraíso fiscal.
  • Gente idólatra y sin entrañas ¿Cómo se puede rechazar algo tan sagrado de forma tan odiosa y repugnante? 
  • Piense que son como niños malcriados disfrutando mientras le quitan los ojos a sus muñecos de peluche. Tenía que ver como tienen aquello con los restos de...
  • Basta, no quiero saber lo que hacen con nuestra sufrida clase media.  Ya tenemos bastante con entregarles los lotes que nos solicitan.
  • Por cierto,  me comentaron que la última remesa que les llegó no tenía la calidad de las anteriores y que apenas les duró unos días. Quieren más y de mejor calidad. Ahora prefieren que les enviemos tiernos jóvenes emprendedores con mucho futuro por delante.  
  • Con ellos no tendrán futuro. Se deben haber vuelto sibaritas, para el uso que les van a dar, debería serles indiferente un tierno joven emprendedor o un correoso exfresador jubilado.
  • Son antojo de los mercados, Presidente. Usted mismo dice que nuestro futuro depende de ellos.
  • Exacto, no hay otro posible si queremos mantenernos en nuestra posición actual. Ya ha pasado un buen rato, compruebe si los del umbral están suficientemente ablandados y luego seleccione aquellos que tengan pinta de jóvenes emprendedores, si es que queda alguno disponible.  Cubriremos las vacantes con algún muchacho que no haya acabado la carrera por falta de recursos económicos. Supongo que habrá para una remesa.
  • Sí que habrá, Presidente, seguro. Mire, tengo que decirlo, me gusta trabajar para usted. Creo que pasará a la historia como un  benefactor providencial para el futuro de nuestro país y sus ciudadanos.  
  • Le agradezco sus palabras, pero eso solo será posible cuando metamos en la cabezota de cada uno de nuestros súbditos un poco de sensatez y cordura, eso de lo que tanto carecen y que yo les puedo por proporcionar por arrobas.
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17 mayo 2012

Vicisitudes y agonías de un hombre espejo

Al fin comprendí que el verdadero sentido de mi vida era ser un hombre espejo. Necesité mucho tiempo para aceptarlo. De natural tímido y reservado me resultaba chocante la afición de la gente a acercarse y contarme sus más íntimas cuitas a la menor oportunidad. En una ocasión, por ejemplo, el chulesco policía municipal que estaba poniendo una multa en mi coche, aparcado en flagrante doble fila, acabó llorando en mi hombro mientras me contaba que antes no era así, que se había vuelto un implacable cabrón a raíz de sorprender a su mujer acostada con el sargento que le hacía la puñeta en el cuartel. El uniformado veía en cada infractor un futuro candidato a ocupar su lecho conyugal y por ello, aunque se le encogía el corazón, tenía que desestimar mi descabellada idea de retirar la sanción. 
"Quizás tenga unas dotes psicológicas fuera de lo común y haya desaprovechado una espléndida oportunidad; ya que aunque ahora sea un próspero y afamado perito inmobiliario, puede que en el futuro me sienta frustrado por no poner en juego todas mis potencialidades” pensaba por aquella, mientras me debatía interiormente entre el orgullo y la sensación de fracaso. No obstante, algo me decía que me sobrevaloraba en demasía. En realidad los demás se acercaban a mí pero yo no tenía nada que contarles. Venían, me hacían partícipe de detalles de su vida lastimosa y se marchaban, al parecer aliviados. Yo me quedaba como un pasmarote sin haber dicho nada. Sé que los psicoanalistas hacen lo mismo pero en su caso cobran suculentas minutas mientras alargan sus supuestas terapias durante años y años. Los curas aunque no cobran, pueden dar rienda suelta a sus más bajos instintos en el confesionario, tanto lanzando su rastrera mirada sobre los rincones más oscuros de la vida de sus fieles, como dictando sádicas penitencias que alivian su desbocada sexualidad reprimida. ¿Pero que sacaba yo de esa inusitada eficacia como vertedero de desdichas? Tragaba con todo lo que me echaban encima pero luego no me sentía con capacidad de digerirlo. Era demasiado peso. Una carga que me hacía sentir débil y vulnerable. Casi de cristal. Como aquel Licenciado Vidriera del relato de Cervantes
Claro, al fin lo entendí. No podía  liberarme de mi fragilidad pero podía hacer uso de ella. Debía pulirme. Hacerme más ligero, más plano. Tenía que recubrirme con una capa de metal  plateado que protegiese mi interior. 
Con vuestra ayuda lo he conseguido. 
Vosotros me habéis pulido con vuestros lamentos. Me habéis aligerado con vuestro pesado malestar. Me habéis convertido en un tipo plano con vuestra prepotencia ególatra. Habéis solidificado mi interior con una capa de indiferencia, inmutable a vuestros patéticos arañazos.
Gracias. Gracias por todo. Gracias por convertirme en espejo.